jueves, 28 de enero de 2010

Un día ... hace unos meses ... en el Metro del DF

EN EL METRO … ELLA Y ÉL …


Estoy yendo de Pino Suarez a Tasqueña. Voy sentada tratando de no pensar en nada.
Él y ella, me llamaron la atención. Van sentados en el suelo, sus espaldas apoyadas en una de las puertas
Ella es delgada, jovencita, menos de 20 años. El cabello en un desordenado recogido, parece no muy limpio. Carita angulosa, piel aceitunada y unas ojeras que se me antojan, delatan poca comida en general. Tiene la vista clavada al piso, va como inmersa y perdida en quién sabe qué pensamientos raros.
Él también es joven, no más de 22 quizá. Usa anteojos pequeños, tiene la cabeza rapada, una mochila negraentre sus piernas cruzadas y lleva un jean bastante gastado.
Él le habla al oído a Ella. No se qué le estará diciendo, pero se lo ve afanado. Ella apenas levanta la cabeza, pierde la mirada por el cristal de la puerta que tiene enfrente, como queriendo llevarla al paisaje callejero que el metro va mostrando.
Ahora Él está llorando. Un vendedor de alegrías viene ofertando de a 2 x 10 … Otro que vende CD, irrumpe con música alta. Él le sigue hablando, y sigue llorando.
El Metro para en Ermita, Ella lo besa ligero y se baja sin decir nada. La puerta se cierra. El Metro arranca … Él sigue llorando. Ella se le ha escapado.
No se quiénes eran. Ni si volveré a encontrarlos. No los olvidaré nunca. Me despertaron ternura. Y esa sensación de soledad infinita, aún viviendo en la ciudad más grande del mundo. Porque rodeados de gente, nadie se fijó en ellos … o sí?. Acaso yo no soy nadie?

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jueves, 21 de enero de 2010

Los lujos del alma

En casi ocho años, ya perdì la cuenta de los viajes a Argentina. No sè si son nueve o diez. No importa, porque no era para las cuentas que me puse a escribir.
El tema, en realidad, es que mi alma se da algùn lujo que mi cuerpo no puede darse.
Cada viaje de IDA, mi alma lo emprende dos meses antes ... mi cuerpo, el dìa y a la hora que està pactada en el correspondiente boleto.
Cada viaje de REGRESO, mi cuerpo, rigurosamente, sube al aviòn a la hora señalada, el dìa señalado. Mi alma le dice adiòs y sin pañuelo blanco. Y se queda ... se queda ... todo lo màs que puede. A veces se tarda demasiado. Siempre regresa, eso sì ... serà porque ve que el cuerpo se resiste a moverse si ella no lo alienta.
Hoy, a casi una semana de haber llegado, creo que ya està pronta a llegar ... la espero ansiosa, me hace falta ... mucha falta.