martes, 22 de junio de 2010

Rumbo a Pachuca ... la "bella airosa"



Sàbado 19 de junio, 9:45 de la mañana. Fresco, soleado … ideal para salir a pasear.
Nuestro paseo comenzò a bordo de un autobús de baja calidad que nos puso en media hora, en la cumbre de la sierra que separa Cuernavaca del DF, esto es la frìa población llamada Tres Marìas.
De ahì, a bordo de otro autobús un poquitito mejor, seguimos paseando, esta vez rumbo ya a la “Terminal del Sur”, o sea Taxqueña. Llegamos ahì a las 11:40.
En esa terminal hay un enjambre de puestos de todo lo que uno quiera, necesite, no necesite, se le antoje y no se le antoje. Frutas, dulces, pilas, guaraches artesanales, aguas y refrescos … los màs insòlitos juguetes, etc, etc. Lo que màs abundan, son puestos de tacos de todo tipo. Nosotros somos habituès de uno en particular.
Ahì nos fuimos, maletas y bolsos en manos.
Es difícil describir esta “taquerìa” sùper al paso. Lo intentarè. Un pequeño sucuchito con un enorme comal siempre encendido de un metro y medio por un metro aproximadamente. (Comal es una especie de plancha para bifes, pero de latòn, no de hierro). Frente a este comalote, varios molcajetes con salsa requetecontra picosas y de todo tipo. (Molcajete no es una mala palabra, es un recipiente de piedra labrada, como si fuera una fuente grandota).
No sè si puedo explicarme, pero no hay mostrador, el taquero està detràs de este “mueble” cocina. A la izquierda, en una especie de estante adosado al comal, una pila enorme de carne ya cortada (bistec). Sobre el mismo comal, una pila de cebolla, otra de papas fritas y otra de nopales (pencas de cactus sin espinas, cortadas en cuadritos, cocidas)
Todo lo descripto, es el frente del changarrito … que no mide en total, màs de 3 x 2 metros. Frente al comal, ya es la banqueta por donde transita medio mundo, porque es el pasaje hacia la estaciòn del Metro. Puès ahì, en esa banqueta, se para la gente, nosotros incluìdos, y se come de parada los tacos servidos en un plato de plàstico forrado por una tambièn bolsa de plàstico (para no tener que lavar).

- Què le doy, gûero …? Cuàntos van a ser …? (Gûero = rubio, blanco)
- Que sean tres de bistec con cebolla y papas solamente … gracias – contesta papà.

Y asì fuè … primero uno para mì y dos para papà, después … uno màs para cada uno. Exquisitos …!!!
Cuando uno termina de comer, el taquero pregunta:
- Cuàntos fueron …?
Y uno le dice cuàntos se comiò, porque ese changarro està lleno de gente, de modo que èl no puede llevar la cuenta. Se imaginan esto en Argentina …? Quièn dirìa la verdad de cuàntos de comiò …?
Entonces, uno dice cuàntos se comiò y el taquero cobra confiado.

Ya que comimos los ricos tacos, comprè uvas rojas y una botella de agua y nos encaminamos en fila india por una angosta banqueta interna (banqueta = vereda) rumbo a la parada del trole. Sì, del trolebús. Ese vehìculo elèctrico que no puede desprenderse del cable que lo tiene amarrado de los cuernos, nos llevò paseando por todo el centro històrico del DF, en una hora, a la Terminal del Norte que, como lo dice al nombre, queda exactamente en las antípodas de la del Sur a la que llegamos.


De ahì, a bordo ya de un autobús como la gente (hasta con Internet a bordo), llegamos, en una hora y media a Pachuca, la “bella airosa”, como le dicen porque en las laderas de la sierra sobre la que està edificada, rebota el aire y siempre hay viento.
En la Terminal nos esperaban los amigos/anfitriones que nos habìan invitado a dar un Seminario a su grupo.
Si me fuè difícil describir la “taquerìa al paso”, no se imaginan cuànto màs serà describir còmo nos atendieron.
De inmediato nos llevaron a comer a un “pueblito màgico” (asì les llaman a algunos pueblos elegidos, como Tepoztlàn por ejemplo) metido entre las sierras, en las alturas. Una preciosura, tìpico, muy cuidado, muy visitado por turistas.
La comida tipica de Pachuca son los pastes, una especie de empanada grandota, rellena de papa, carne y chile … riquìsima.
De ahì, ya casi las 5:00 de la tarde, nos instalaron en un hotel 5 estrellas lindìsimo. Descanso de una hora y listos para una asesorìa a lìderes que nos pidieron.
Cena en el hotel en compañìa de algunos de ellos …y a dormir que se viene el domingo.

Domingo … desayuno en el hotel con uno de los socios que vino expresamente a acompañarnos. Llamada sorpresa de Sole a papà.
Salimos ya del hotel rumbo a un salòn lindìsimo donde era el Seminario. Nos sorprendieron con un recibimiento inesperado: tùnel de personas con unos globos finitos como de un metro de largo … mùsica, serpentina … en fin … còmo explicarlo …?
Dejamos el alma en ese escenario y frente a esa gente que nos escuchaba con tanta atención. Terminado todo (cuatro horas después), no acabàbamos nunca de abrazar y besar a toda la gente que venìa a saludarnos.
Comida exquisita de nuevo en una mesa de màs de 10 personas y a desandar el camino que ya no vuelvo a repetir.
A las 10:00 de la noche de regreso en casa, cansados, pero con la sensación del deber cumplido.
Si se pudiera hacer una comparación, yo dirìa que esto que estamos haciendo tiene un IVA del 100%. Uno va buscando una cosa y se encuentra con el 100 x 1 de recompensa.
Aunque parezca un poco loco … estamos felices, disfrutando y sintiendo la vida circular en las venas, lo que no es poco después de haber pasado por algunas circunstancias en estos 60 y pico transitados.

sábado, 22 de mayo de 2010


Feliz Dia de la Patria

Seràn las 10:00 de la noche en el paìs donde vivo … y seràn las 12:00 de la noche en el paìs donde he nacido.
Serà 25 de mayo aquì y en Argentina. Aquì no tiene sentido, pero en mi Patria deberìa haber alegrìa de Bicentenario.
Recuerdo cuando era chica, hace de esto ya muchos años, cuando en la frìa mañana de desfile y de escarapelas en la plaza, mi papà nos decìa: “Felìz dìa de la Patria”.
En la ventana de esta casa tan lejana de La Pampa, habrà una bandera argentina como marcando el territorio emocional que està intacto a pesar de la distancia.
Y una voz interior … muy suavecito repetirà: “Felìz dìa de la Patria”.
Una patria que duele porque la estàn machucando.
Soy de una generaciòn que se resiste a mezclar Patria con Gobierno de turno … es que ya vivimos tantos … ¡!!
Igual … còmo me gustarìa que este 25 de mayo de 2010, en el significado inmenso de un Bicentenario, la mesa fuera redonda, enorme, donde TODOS estuvieran sentados, miràndose a los ojos, sin rencores, sin diferencias, sin mezquindades …
Al menos por un dìa, no pueden regalarle a la Patria la buena noticia de ser civilizados …?
Acaso no se dan cuenta del papelòn internacional que estàn haciendo con tanta estupidez mediàtica …?
Si no son capaces de reunirse en un sòlo recinto para dar gracias a Dios … de què nos estàn hablando …?
En ambos Tedeum, seguramente diràn a los pròceres “descansen en paz”.
Yo no estarè en ninguna celebración religiosa, pero desde mi corazón, y a los pocos verdaderos pròceres que reconozco, les pido “no descansen en paz, por favor, hasta ver una Argentina como la que soñaron y no èsta que nos estàn dejando estos gobernantes de turno”

Pròcer: “persona respetable, elevada …”
Patriota: “persona que ama su patria y se esfuerza por lograr su bien”

Leyendo estas definiciones, llego a la conclusión que mi Patria tiene una historia rica en nombres que estàn escritos en ella … pero muy pobre en personas para honrar como Pròceres o Patriotas.
Y me duele pensar que al paso que vamos, para el Tricentenario, la lista no se habrà engrosado para nada … màs bien, se habrà demeritado y mucho.
A pesar de todo … no confundamos Patria con Gobierno … nunca como ahora, tan necesario hacer la distinción.
La Patria, al menos para mì, son la chacareros que ponen su corazón en la tierra … los maestros de escuelas rurales que siguen educando niños … los mèdicos de frontera que curan casi sin nada en sus manos … los curas que se empeñan en mostrar a un Cristo Vivo en medio de una villa miseria … los obreros que se levantan temprano en busca del pan de cada dìa … los honestos que todavía los hay … los que creen que todavía se puede salir adelante … los que sueñan con un mañana mejor.
A pesar de todo … a pesar de los que nos quieren dividir y depredar … este 25 de Mayo se celebra el Bicentenario de un sueño, y aunque todavía no hay respuesta para un pueblo que “quiere saber de què se trata” … desde aquì dirè, con toda mi alma:

FELIZ DÌA DE LA PATRIA … !!!!

domingo, 4 de abril de 2010

Mèxico y sus ruinas ... permanente sorpresa ...


Decìa Lalo Barky, un terapeuta amigo, que si uno està atento, todos los dìas vive un pequeño milagro.
Creo que nosotros vivimos el nuestro este sàbado pasado.
En este devenir del negocio que hacemos, conocer personas, convivir con ellas y conocer un poco de sus vidas, es algo cotidiano. En cada una de ellas uno puede descubrir preciosos y sorprendentes “interiores humanos”.
El sàbado temprano partimos rumbo a un paraje llamado Piedra Parada, en el Estado de Mèxico al nor-oeste de donde vivimos, a unas tres horas, ya bien entrado en la sierra. Ahì una pareja de mèdicos jóvenes que estàn instalados casi en medio de la nada con una farmacia, tres hijos y mil ilusiones, nos abrieron no sòlo las puertas de su casa, sino su corazón.
Ellos estàn edificando allì su casa nueva, en el segundo piso de un edificio que ya està en pie, con techos y paredes levantadas. En el piso de abajo, lo que serà la farmacia, los consultorios y demàs anexos. La aspiraciòn es una clìnica propia.
Es cierto que en Mêxico vive gente en los lugares màs insòlitos, y este no es la excepciòn, pero realmente, no es un pueblo esto, sino un paraje que seguramente esconde gente entre sus vericuetos, cerros, cañadas y laberìnticos caminos de montaña.
Antes que nos dièramos cuenta nos estaban mostrando su obra en construcciòn con una humildad y sencillez digna de ser aprendida.
En cuanto terminamos de asombrarnos de la postal que el paisaje nos regalaba desde cada abertura de futuras ventanas, ya estaba tendida una mesa rùstica en medio de lo que a futuro serà la sala de espera. Allì posaron tres platos enormes repletos de fruta recièn cortada, las manos de una muchacha serrana que los ayuda en los quehaceres … tambièn unos sopes caseros deliciosos. Aunque no era la idea desayunar o almorzar con ellos, no podemos negar que nos supieron a gloria.
Hablando de todo un poco, nos enteraron de que a 10 minutos de allì habìan unas ruinas que no podìamos dejar de conocer. Ellos mismos encabezaron con su camioneta el recorrido y nos llevaron a lo que fuè “la primer siderùrgica de Latinoamèrica”, ubicada en una hacienda edificada en 1533.
Se llega dejando la ruta asfaltada y transitando un buen tramo por una calle polvorienta, seca y rocosa que no me inspiraba ni la menor confianza, porque, por supuesto, todo era en medio de la montaña.
Llegando a la hacienda, vimos que allì sòlo quedan ruinas, aunque hasta mediados del siglo pasado estuvo habitada y la conservaron bastante. Edificada en piedra, en un enorme terreno a la orilla de un rìo que desde antes que ella, brinca y brinca en mil piruetas. Por las ventanas ruinosas se nota que fuè un edificio de tres pisos, cuyos techos ya han caìdo al suelo. Tiene un tùnel que dicen, lo habitan murciélagos. Una especie de pileta rectangular de piedra tallada a punta de quièn sabe què herramienta, se ha quedado mustia en medio del patio donde, tambièn dicen, llegaban las mulas cargadas de material de la mina que estaba allì cerca.
El sol del mediodìa caìa implacable sobre nosotros que haciendo equilibrio entre las piedras, todo querìamos ver. Los jóvenes anfitriones estaban encantados de mostrarnos la historia de este Mèxico que no logra nunca colmar nuestra capacidad de asombro. Una historia que sigue en pie a pesar de los años, y hasta un poco viva todavía, en esas piedras enormes sobre la que fuè construìda. Porque acà todo es piedra, todo parece haber sido hecho para quedarse para siempre … què bueno que asì sea, porque realmente, vale la pena mirarla … descubrirla … disfrutarla … y dejar que los ojos la guarden y que el corazón se impregne de tanto paisaje, de tanta cultura, de tantas vivencias que Dios nos regala.

"Por què buscan entre los muertos al que està vivo ...?"


Lo sentì Resucitado …

Sàbado 3 de abril de 2010, Santa Marìa Ahuacatitlàn, Cuernavaca, Morelos, Mêxico … Todo esto tanto como para ubicarme y ubicar.
A punto de comenzar la “misa de gallo”, como le decìan cuando yo era chica. O como ahora la llaman: misa de Vigilia Pascual.
Todo està preparado enla Iglesia del poblado, una construcciòn de 1530 màs o menos … o sea muuuuuuuuuuy antigua. El altar està preparado en el patio enorme que fuè un cementerio y que conserva las làpidas … y los muertos debajo de ellas. Cientos de sillas blancas de plàstico lo rodean.
A la izquierda, lo que parece una piedra enorme, que en realidad es de cartòn, y que después nos enteramos era “la Gloria” … es decir, tiene una puerta “simil” piedra tambièn, y , según me explica Paquita (la “chaparrita” que me arregla la ropa), desde ahì, se verà resucitar al Señor:
La ceremonia comienza con el encendido del “lucernario”, para lo cual el cura nos invita, micròfono de por medio, a trasladarnos a un lugar del patio libre de sillas, donde se procedrà a su encendido.
Se apagan las luces ya cuando Paquita y yo, y toooooooooda la gente, nos encaminamos a ese rincòn del enorme predio, caminando entre piedras y muertos.
Para entonces, yo llevaba mi cirio, comprado un rato antes. Por primera vez, compro un cirio pascual. No razono por què, sòlo sè que este año quiero tener uno. Què bueno que lo comprè, porque en este momento me hace falta … No veo nada, voy a tientas, siguiendo al rìo de gente que, sabiendo adonde va, lleva un rumbo cierto … los sigo.
De pronto todos miran hacia el campanario y gritan “aguas … aguas …!!!” que aquì siginica “cuidado … cuidado …!!!”. Es que hay tendido un cable desde la torre, que llega a un lugar que no alcanzo a ver (al cable tampoco lo veo), pero me doy cuenta que està, cuando desde allì arriba, lanzan un fuego encendido que se desliza ràpido hacia lo que, de pronto, advierto como una pila de leña preparada ex profeso que al contacto con el fuego lanzado de lo alto, ilumina el entorno..
Y empieza todo con la bendiciòn del fuego y la decoración del enorme cirio pascual, del que se comienza a “compartir” la luz en los cientos de cirios y velas que todos llevamos en las manos.
Fuè todo un signo que me hizo pensar en lo lindo de compartir luz … y en còmo cuando a uno se le apagaba, otro prestamente se la ofrecìa. Si la vida fuera asì a diario, què habitable serìa el mundo… si el espìritu de servicio al semejante se ejerciera de ese modo en todos los estamentos e instituciones de la Tierra … si todos nos ocuparàmos de compartir “la luz” del amor en cada gesto, què diferente serìa todo. La Resurrecciòn tendrìa màs sentido, pensaba mientras caminaba, de nuevo tropezando entre las làpidas rumbo a mi lugar.
Y todavía en oscuridad de luz elèctrica y sòlo con las parpadeantes velas, comienzan y terminan las siete lecturas y los salmos cantados. La llamita del cirio se mantuvo encendida a pesar de las obstinadas y esporàdicas ráfagas de viento que se jugaban a apagarla. No se dieron el gusto, porque la cuidamos entre Oscar y yo de que eso no sucediera. Y yo pensaba que eso habìa sido nuestra vida, cuidar entre los dos, que la llama siguiera encendida … me gustò pensar y sobre todo sentir esto que digo.
Y llegò el momento en que un estentòreo “Gloria a Dios” del cura, hizo que se desplomara la “piedra” que cubrìa el sepulcro, se encendiera la luz y una hermosa figura del Resucitado saliera de èl … precioso, la verdad.
Hacìa mucho tiempo que no “sentìa” la Pascua en la piel, el alma y el corazón como la sentì esta noche. La disfrutè, me emocionè y sè que la voy a recordar toda mi vida.
Me sentì sumergida en la IGLESIA en la que creo: el pueblo de Dios que camina. Ya no creo en una Iglesia santa, catòlica, apostòlica y mucho menos, romana … ya no. Pero si creo, con todo mi corazón, que hoy Cristo Resucitò en Santa Marìa. Porque creo en un Cristo sencillo que està muy còmodo en el patio de tierra de esta iglesia vieja, que no se preocupa porque los vivos de hoy pisen las làpidas de los muertos de ayer.
Creo sinceramente que el Cristo Vivo al que nos empeñamos en matar cada año para la Pascua, se debe sentir màs còmodo bajo los pinos añosos, respirando el aire càlido de esta eterna primavera, que dentro de la enorme Basìlica de San Pedro. Me parece que le gusta màs la brisa càlida que el frìo del mármol … las guitarras y las voces de los jóvenes morenitos del coro, que las lànguidas voces que acompañan las notas serias de un òrgano con historia de abolengo … Quiero creer que mira con màs ternura al cura que lleva una casulla bordada con hilo barato, por las manos de las inditas del lugar, que a las costosas vestiduras de una jerarquìa pùrpura, a la que le cuesta un esfuerzo soportar el peso de tanta piedra preciosa en sus prendas y “sombreros”.
Acà el cura cantaba felìz en el improvisado altar … en Roma, según lo vi en la tele, un Benedicto con cara de cansancio y aburrimiento, se ceñìa a una liturgia con olor a incienso.
Definitivamente, hoy Cristo resucitò sòlo para darle el gusto a los cientos de personas humildes que llevaron sus baldes llenos a los pies del altar y de la improvisada “Gloria”, para que Èl les bendijera el agua con que persignan cada mañana a sus hijos antes de ir a la escuela.
Si, hoy sentì que Cristo resucitò en Santa Marìa de Ahuacatitlàn en Mèxico, al lado mìo, dentro mìo, en medio de la UNICA Iglesia que èl ama: un pueblo sencillo que camina de Su Mano cada dìa de su sencilla vida.

sábado, 27 de febrero de 2010

Amanecer en Zacualpan



Amanece que no es poco, dice el dicho. Pero hoy amanece en Zacualpan. Y yo amanezco en el amanecer de Zacualpan.
Zaculpan es un pueblo minero encaramado en la mismísima punta de un cerro en el Estado de México, a 2400 metros de altura. Desde ahí se da el lujo de vigilar lo que parece un extenso valle en el que se acomodan incontables pueblitos pequeños, detectables de día, a la distancia como pequeños balcones en las montañas porque en realidad no es un valle, sino que lo parece por la diferencia de altura que marca Zacualpan con el entorno que se divisa desde su imponente trono.
Amanece en Zacualpan. Todavía el día es una insinuación naranja y me levanto descalza a gozar de este precioso regalo de Dios. A las 6:00 exactamente, el reloj de la Iglesia da las seis campanadas y a los 15 segundos, el carrillón regala al pueblo, a mí y a las montañas, la melodía completa de Las Mañanitas en un tañir de bronce que en mi vida había escuchado. Cómo resistirse a saltar de la cama y encarar el aire fresco de la mañana? … imposible …!!!
Salgo a la enorme terraza que rodea los cuartos del Hotel Minero donde estoy alojada. Mil luces parpadean en mil ventanas. Un contrapunto de pájaros me regala un inédito, único y exquisito concierto de irrepetibles cantos. Unos cuantos gallos aclaran su garganta a la distancia y entre todo esto, un pavo desafina altivo entre tanta consonancia. Parece que los perros son los únicos animales que no han despertado en Zacualpan.
Los tres volcanes se recortan en el fondo ya más claro del cielo que se va cansando de ser negro noche. La Mujer Dormida sigue durmiendo por más que el sol ya va pintando de rosa la cortina de humedad suspendida en el aire. El Popo ya ha encendido su pipa y da las primeras pitadas. El Nevado de Toluca me presume su ya visible cobertor de nieve y parece decirme “mírame, yo estoy más al alcance tuyo”. Y lo miro y me seduce. Tanto como me seduce esta mañana diferente en este seductor México que, una vez más provoca en mí esa incontenible sensación de asombro y gozo.
Un encendido , enorme y redondo sol, asoma al fin desde atrás de una montaña y todo se llena de luz y el día ya es pleno. Ya se produjo el milagro eterno y el mundo aún no se ha dado cuenta. Pero hoy yo si me doy por enterada y como un milagro vivo este, mi amanecer en Zacualpan.
Y acá estoy, sentada en la cama del Hotel Minero de este minero pueblo con la ventana abierta por donde entra el sol sin pedir permiso.
Tengo un milagro (mi laptop) apoyado en la mesita de luz, viendo en arrobada còmo un espectáculo único se me regala: UN NUEVO AMANECER EN ZACUALPAN que, como dice un slogan del pueblo “cautivará los sentidos” … y vaya si los cautiva … al menos, ha cautivado de un modo especial a los míos.
En unos minutos me visto y bajo por un café perfumado que viene a buscarme en aroma hasta el mismísimo cuarto. Y no lo dejaré sólo, no, un pan dulce “calientito” le hará compañía a modo de especial regalo de desayuno.
Y partiré de regreso en un lento autobús que se tomará con paciencia la subida de mil cuestas y con mucho cuidado las consiguientes mil bajadas. Y llegaré a nuestra casa, allá en la “eterna primavera” de la linda Cuernavaca, donde a mi seductor ireemplazable le contaré que por un momento, a las 6:00 de la mañana, casi casi lo desbanca un volcán enorme y blanco que me guiñaba los ojos y me estremecía el alma.

viernes, 19 de febrero de 2010

Esas despedidas ... !!!!




Àngeles Mastreta me tiene fascinada. En estos dos meses, he leìdo cuatro de sus libros … uno mejor que el otro. Me encantaron las novelas, pero màs àun me gustan sus relatos.
Ahora le tocò el “tiempo que me queda libre”, a El cielo de los leones.
En unas de sus pàginas ella dice; “ … Cortàzar nos hizo leer lo que sentìamos …” . Y ahora yo lo digo de ella: “ Mastretta me hace leer lo que siento …”
¿Por què lo digo …? Por ejemplo por lo siguiente:

“Irse de un sitio entrañable, dejar un paisaje que nos conmueve y arrebata, sin saber cuàndo podremos verlo de nuevo … nos estremece sin remedio como un atisbo de la muerte. Por màs que vivamos como vivos eternos, al despedirnos, dice la canciòn, siempre morimos un poco.”

La leo y leo lo que siento. En estos ocho años de, como suelo llamarlo “exilio voluntario” he sentido varias veces lo que ella me hace leer ahora. Lo he sentido cada vez que se hizo la hora de volver. Mejor dicho, unas cuàntas horas antes de tener que volver. Y unos cuàntos dìas después de haber vuelto.

Y no es el paisaje, literalmente dicho lo que me cuesta dejar. Aunque debo confesar que este ùltimo viaje disfrutè muchìsimo de esos maizales interminables dejàndose peinar por el viento pampeano. Tanto como de los girasoles con sus cabezotas “gûeras” siguiendo el sol, mientras tiñen de amarillo furioso miles de hectáreas hasta donde la vista alcance. Y què decir de esos sembrados verde oscuro de soja, que parecen derramarse por debajo de los alambrados hasta el borde de las banquinas.

Pero no, no es ese paisaje el que extraño, porque me lo traigo en fotos y en el fondo de los ojos y lo sigo disfrutando cada vez que lo recuerdo.

El paisaje entrañable que me cuesta tanto dejar, es el paisaje familiar … las caritas de los chicos, las voces de los grandes, el amor de la familia expresado en mil detalles … el cariño de los amigos que se queda impregnado en cada abrazo … El encuentro en las calles, en la Iglesia, y hasta en el supermercado, con caras conocidas de nombres olvidados. Eso es lo que extraño. Por màs fotos que me traiga, por màs besos y màs abrazos y màs caricias que vaya juntando … ese es el paisaje entrañable que me conmueve y arrebata y me provoca “un poco de muerte” cuando debo dejarlo.

Y se que voy a volver … pero no se cuàndo.

“Por eso alargamos las ùltimas horas de nuestros dìas de playa, quedàndonos sobre la arena hasta que el sol se perdiò entre los cerros y el cielo se volvió de ese azul oscuro que amenaza con volverse noche”
“Ningùn dìa fuè el mismo y todos se parecìan en su idèntica armonìa ociosa”

Si, definitivamente, Àngeles Mastretta me hace leer lo que siento.

martes, 9 de febrero de 2010

Los extranjeros

Nosotros somos los extranjeros
Los que dejamos familia, amigos, sabores y muertos
Los que llegamos con dos maletas repletas de sueños.

Somos los que empezamos de nuevo,
Sin coche, sin techo, sin plato ni mesa nuestros.
Los que descansamos del dìa en un cuarto prestado,
Y nos dejamos querer por un paisaje nuevo.

Nos acostumbramos al chile, a los tacos y a la nieve de mango
Al eterno verano, a los dìas sin viento … a los meses de lluvia
Y al fugaz invierno …

Nos prendamos pronto de los muchos verdes
De tanta montaña … de los pinos del bosque … del Popo nevado,
Y de la tonada mexica que nos tocaba el alma.

Somos los locos que todos los dìas
Acuñamos el sueño de volver al pago del que nunca nos fuimos
A recuperar los dìas de este largo exilio.

jueves, 4 de febrero de 2010

El "escaudalet"

El “escaudalet” …

Hace frìo en Cuernavaca, mucho frìo … y llueve desde hace dos dìas sin parar, dìa y noche. En ocho años que estamos aquì, nunca vimos llover en febrero.
Hace frìo y no estamos preparados para eso, no tenemos calefactor ni nada de eso. Nos abrigamos y sentimos que tenemos el cuerpo frìo … la nariz frìa … no nos alcanza el abrigo en la cama.
Y de pronto … se me vino a la mente el “escaudalet” como onomatopèyicamente llamaba mi abuelita (o al menos asì lo recuerdo yo), a esa especie de olla de bronce, con un mango de hierro, con un fondo convexo, a la que ella le ponìa brasas de la cocina de leña.
Entonces, sentada a la mesa esta noche, pierdo la mirada en el vacìo y me transporto a una noche de invierno en “el campo”, como llamàbamos a la casa de mis abuelos maternos, italianos del Piamonte, venidos a “hacer la Amèrica”, allà por 1923 … “hacer la Amèrica y volver …”, deseo etèreo de todos los inmigrantes tanos. Nunca hicieron la Amèrica y nunca volvieron.
Pero el tema era la noche de invierno. Sì que hacìa friò en La Pampa en julio … y cuànto frìo. Frìos de varios grados bajo cero convertìan en escarcha los bebederos y blanqueaba el rocìo sobre el pasto. Y por las noches, el frìo pedìa permiso para entrar en la casa y quedarse a pasar la noche con nosotros. Y no habìa calefactores. Y no pasaba nada … es decir, lo que igual pasaba era el invierno y nosotros con èl como una compañìa natural.
Recuerdo que cuando se hacìa la noche, se cerraba la puerta de la cocina que daba a la despensa, y tambièn la que daba a la pieza de mis abuelos, donde yo y Susana, mi hermana, tenìamos cada una su catrecito para dormir, junto a la cama de mis abuelos.
Despuès de cenar y de escuchar Los Pèrez Garcìa y Felipe, en la radio con “acumulador”, mis abuelitos se sentaban cada uno en su silla y sillòn, al lado de la cocina a leña. Susana y yo en medio. Yo en mi sillita azul y Susana en su sillita amarilla, las que habìa hecho mi abuelito especialmente para nosotras.
Mi abuelo fumaba su pipa, mi abuela contaba cuentos … Nosotras gozàbamos de esos momentos. Bueno, yo màs que Susana, que a esa hora extrañaba y lagrimeaba, aunque decìa que “el humo le hacìa mal en los ojos”.
De vez en cuando, mi abuelita ponìa unos cuàntos marlos en la cocina y asì avivaba el fuego y mantenìa el calor. No pasaba màs de una hora y ya habìa que irse a dormir. Entonces era cuando aparecìa el “escaudalet” o scalda letto (quizà asì se escriba en italiano) y lo que yo recuerdo sea una fonètica piamontesa usada para nombrarlo, y en èl ponìa mi abuela los marlos encendidos para calentarlo.
Y nos ìbamos a la pieza (no le decìamos ni dormitorio, ni cuarto, como elegantemente se les llama ahora).
Habìa un ritual a esa hora: hacìamos pis en una escupiderita blanca enlozada que descansaba comedida sobre un cuerito de cordero para que nuestros piecitos no se enfriaran en el piso de ladrillo.
Mientras tanto, mi abuelita pasaba el “escaudalet con las brasitas dentro sobre las sàbanas de nuestros catrecitos. Las sàbanas estaban hechas con dos bolsas de harina unidas al medio. Sobre ellas, un acolchado de lana que habìa esquilado mi abuelo y lavado y escardado mi abuela … en la cabecera, una almohada de plumas elegidas cuidadosamente entre las màs suaves, por las propias manos de mi abuela. Es decir … todo muy casero … todo fato in casa.
Una vez calentado ese nidito amorosamente hecho “a mano” (los catrecitos de alpillera los habìa hecho mi abuelito) … entonces nos metìamos dentro … mi abuelita nos tapaba hasta las orejas, nos daba un beso, nos hacìamos “la señal de la cruz” … decìamos con ella “con Dios me acuesto, con Dios me levanto, con la Vìrgen Marìa y el Espìritu Santo”. Bajaba de una repisa mi abuelita el “Dios Chiquito”, lo besàbamos … volvìa el Dios Chiquito a su repisa y la abuelita a su cama.
Leìa ella en voz alta, las noticias del diario La Reforma de cuatro o cinco dìas atràs que habìa traìdo esa tarde del pueblo (junto con nosotras). Eran noticias de cosas que habìan pasado a una legua de esa casa del campo y hacìa ya muchos dìas, pero para mi abuelo eran las “ùltimas noticias”. Èl las escuchaba atento mientras fumaba su ùltima pipa, acabada la cual, la apagaba en una sartèn con cenizas que tenìa debajo de la cama.
Se apagaba con un soplido fuerte la làmpara de querosene que estaba sobre la mesa de luz de mi abuelita, y “hasta mañana … que sueñen con los Angelitos”.
Y soñàbamos con los Angelitos … porque no habìa otra cosa son què soñar, sobre todo, después de haber vivido un dìa como esos que sòlo pueden vivir dos nenas de 4 ò 5 años que inventàban los juguetes con latitas, trapos, piedras y maderas … que tenìan una hamaca en medio de dos paraísos hecha con dos maneas y una tablita, que las llevaba del cielo a la tierra … que le dàban de comer a las gallinas y a la tardecita juntàban los huevos… que brincaban entre las acequias de la quinta por donde corrìa el agua con que el abuelito regaba los almàcigos …
Esas nenas que èramos nosotras tuvimos el privilegio de tener una niñez sencilla, en esa casa sencilla, con esos abuelitos inolvidables que nos dejaron un imborrable recuerdo al que recurrimos cada vez que el alma necesita un cariñito.

jueves, 28 de enero de 2010

Un día ... hace unos meses ... en el Metro del DF

EN EL METRO … ELLA Y ÉL …


Estoy yendo de Pino Suarez a Tasqueña. Voy sentada tratando de no pensar en nada.
Él y ella, me llamaron la atención. Van sentados en el suelo, sus espaldas apoyadas en una de las puertas
Ella es delgada, jovencita, menos de 20 años. El cabello en un desordenado recogido, parece no muy limpio. Carita angulosa, piel aceitunada y unas ojeras que se me antojan, delatan poca comida en general. Tiene la vista clavada al piso, va como inmersa y perdida en quién sabe qué pensamientos raros.
Él también es joven, no más de 22 quizá. Usa anteojos pequeños, tiene la cabeza rapada, una mochila negraentre sus piernas cruzadas y lleva un jean bastante gastado.
Él le habla al oído a Ella. No se qué le estará diciendo, pero se lo ve afanado. Ella apenas levanta la cabeza, pierde la mirada por el cristal de la puerta que tiene enfrente, como queriendo llevarla al paisaje callejero que el metro va mostrando.
Ahora Él está llorando. Un vendedor de alegrías viene ofertando de a 2 x 10 … Otro que vende CD, irrumpe con música alta. Él le sigue hablando, y sigue llorando.
El Metro para en Ermita, Ella lo besa ligero y se baja sin decir nada. La puerta se cierra. El Metro arranca … Él sigue llorando. Ella se le ha escapado.
No se quiénes eran. Ni si volveré a encontrarlos. No los olvidaré nunca. Me despertaron ternura. Y esa sensación de soledad infinita, aún viviendo en la ciudad más grande del mundo. Porque rodeados de gente, nadie se fijó en ellos … o sí?. Acaso yo no soy nadie?

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jueves, 21 de enero de 2010

Los lujos del alma

En casi ocho años, ya perdì la cuenta de los viajes a Argentina. No sè si son nueve o diez. No importa, porque no era para las cuentas que me puse a escribir.
El tema, en realidad, es que mi alma se da algùn lujo que mi cuerpo no puede darse.
Cada viaje de IDA, mi alma lo emprende dos meses antes ... mi cuerpo, el dìa y a la hora que està pactada en el correspondiente boleto.
Cada viaje de REGRESO, mi cuerpo, rigurosamente, sube al aviòn a la hora señalada, el dìa señalado. Mi alma le dice adiòs y sin pañuelo blanco. Y se queda ... se queda ... todo lo màs que puede. A veces se tarda demasiado. Siempre regresa, eso sì ... serà porque ve que el cuerpo se resiste a moverse si ella no lo alienta.
Hoy, a casi una semana de haber llegado, creo que ya està pronta a llegar ... la espero ansiosa, me hace falta ... mucha falta.