viernes, 19 de febrero de 2010

Esas despedidas ... !!!!




Àngeles Mastreta me tiene fascinada. En estos dos meses, he leìdo cuatro de sus libros … uno mejor que el otro. Me encantaron las novelas, pero màs àun me gustan sus relatos.
Ahora le tocò el “tiempo que me queda libre”, a El cielo de los leones.
En unas de sus pàginas ella dice; “ … Cortàzar nos hizo leer lo que sentìamos …” . Y ahora yo lo digo de ella: “ Mastretta me hace leer lo que siento …”
¿Por què lo digo …? Por ejemplo por lo siguiente:

“Irse de un sitio entrañable, dejar un paisaje que nos conmueve y arrebata, sin saber cuàndo podremos verlo de nuevo … nos estremece sin remedio como un atisbo de la muerte. Por màs que vivamos como vivos eternos, al despedirnos, dice la canciòn, siempre morimos un poco.”

La leo y leo lo que siento. En estos ocho años de, como suelo llamarlo “exilio voluntario” he sentido varias veces lo que ella me hace leer ahora. Lo he sentido cada vez que se hizo la hora de volver. Mejor dicho, unas cuàntas horas antes de tener que volver. Y unos cuàntos dìas después de haber vuelto.

Y no es el paisaje, literalmente dicho lo que me cuesta dejar. Aunque debo confesar que este ùltimo viaje disfrutè muchìsimo de esos maizales interminables dejàndose peinar por el viento pampeano. Tanto como de los girasoles con sus cabezotas “gûeras” siguiendo el sol, mientras tiñen de amarillo furioso miles de hectáreas hasta donde la vista alcance. Y què decir de esos sembrados verde oscuro de soja, que parecen derramarse por debajo de los alambrados hasta el borde de las banquinas.

Pero no, no es ese paisaje el que extraño, porque me lo traigo en fotos y en el fondo de los ojos y lo sigo disfrutando cada vez que lo recuerdo.

El paisaje entrañable que me cuesta tanto dejar, es el paisaje familiar … las caritas de los chicos, las voces de los grandes, el amor de la familia expresado en mil detalles … el cariño de los amigos que se queda impregnado en cada abrazo … El encuentro en las calles, en la Iglesia, y hasta en el supermercado, con caras conocidas de nombres olvidados. Eso es lo que extraño. Por màs fotos que me traiga, por màs besos y màs abrazos y màs caricias que vaya juntando … ese es el paisaje entrañable que me conmueve y arrebata y me provoca “un poco de muerte” cuando debo dejarlo.

Y se que voy a volver … pero no se cuàndo.

“Por eso alargamos las ùltimas horas de nuestros dìas de playa, quedàndonos sobre la arena hasta que el sol se perdiò entre los cerros y el cielo se volvió de ese azul oscuro que amenaza con volverse noche”
“Ningùn dìa fuè el mismo y todos se parecìan en su idèntica armonìa ociosa”

Si, definitivamente, Àngeles Mastretta me hace leer lo que siento.

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