domingo, 25 de octubre de 2009

Tres dias despuès, instalando el cuerpo y la mente en Cuernavaca

... recièn al dìa siguiente pude seguir escribiendo ...


Està claro que ayer no pude seguir. LLorè un buen rato. No se ponìan de acuerdo la razòn y el corazòn.
Despuès mirè la llegada del Papa a Mèxico. Hoy disfrutè de ver la canonizaciòn de Juan Diego, el "indito" que tuvo el privilegio de "platicar" con la Dulce Morena del Tepeyac. Transmitieron directamente desde la Basìlica. Se me puso la "piel chinita" al ver la danza de los indìgenas en medio del Templo.
Acà la vida es distinta en todo: ... el tonito de la gente al hablar (que creo se me pegarà en poco tiempo) ... los olores ... la topografìa del terreno ... las plantas ... el piar de los pàjaros ... las marcas en el sùper ... las frutas ... en fin, todo es diferente.
Ya estamos instalados en el "bulìn". Son dos camas de cemento ubicadas en L en un cuarto con una ventana amplia sin persianas, un baño muy rùstico revestido de "talavera", dos placares funcionales desarmables con cierre, uno para cada uno. En el mìo, acomodè mi ropa y mis sueños. Es lo que traje ... dos valijas bastaron para la ropa ... el corazòn pudo con los sueños.
Desde la mesa de luz, tambièn de cemento, me miran todos los que se quedaron y quiero tanto. En lugar destacado: Nicole, Cloè y Valentino.
La gente es muy amable, muy educada. Conocì al jardinero de Lourdes y a la "nana" de Pablito. Èl se llama Gerardo, ella se llama Benita: un amor de indìgenas. Son la dulzura y la amabilidad caminando.
Me gusta el modo de comer que vamos adoptando. Amanecemos temprano, antes de las 7:00, tomamos mate y despuès desayunamos fruta, almendras y cafè cortado con tostadas y mermelada. El almuerzo es tarde, no antes de las 3:00 de la tarde. Acà no se usa pan, se usan "tortillas" (difìcil explicar a un argentino què es eso). En realidad, se come poquito y ligth cada tres horas.
Esta mañana leì un mail que me hizo Silvina donde me contaba que Juanca se quebrò en Ezeiza despuès de la despedida. Me di cuenta que iba a ser difìcil para los dos cuando nos abrazamos en la puerta de pre-embarque. Lo voy a extrañar mucho, porque aunque tenemos Internet, por ahì no se puede tomar mate con facturas de la "Dulce Esquina", o con tortas negras de Calzada.
Por un tiempo harè de cuenta que estamos de vacaciones, y que pronto volverè a casa. Es un poco complicado estar en casa ajena. Espero que encontremos un lugarcito habitable, porque lo que se ve de afuera, no es nada atrayente.
Esta ciudad es enigmàtica, porque todas las casas estàn escondidas detràs de muros enorems de piedras y de imponentes portones metàlicos, o, en el mejor de los casos, de pesada madera tallada.
Es que no puedo sacarme el molde argentino.

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