lunes, 19 de octubre de 2009

Del cardiològico a casa de nuevo ...

Despuès de 50 dìas, si contamos desde que todo comenzò (31 de agosto) al dìa de hoy, estamos de regreso en casa. Y còmo lo estamos disfrutando. Llegamos a las 6:20, nos trajo Alfonso ... un amigazo.
Punto uno: tomar mate con un muffins que le habìa comprado a papà esta mañana temprano en el DF, porque ya habìa "decretado" en mi mente, que le daban el alta. Y asì fuè.
Despuès de 6 horas de tràmites y de esperas, salimos de ahì.
Hay mucho para contar de esta experiencia agridulce. Porque hay que admitir que tuvo de todo, pero sobre todo, un master en aprendizaje de vida.
De todo uno aprende. De esto tambièn aprendimos. Asì, en plural y cada uno en singular.
Yo aprendì desde lo màs sencillo, que es còmo estar una semana con la misma ropa puesta y cuidando dos carefree cubrièndolos con papel ... hasta lo màs complicado: convivir con el propio dolor y con el dolor de tanta gente que conocì.
Cuando me tocaron "las verdes" de la angustia, siempre tuve un hombro donde recostar la cabeza, o una oreja que me escuchara ... eso fuè lo positivo: comprobar que la solidaridad, el cariño, la calidez, habita abundantemente al ser humano, gracias a Dios.
Cuando tuve que ayudar a otros a soportar su dolor, dentro de lo posible, ahì estuve. Y eso me hizo ver que a nosotros no nos pasaba nada.
Hoy, antes de salir, cuando estaba esperando que el mèdico viera a papà para darle su indicaciòn de medicamentos (para lo que se tardò màs de 2 horas en llegar), subì al 5to. piso, porque mi amiga Carmen, la mamà de la nena que me adjudicò como nieta, sòlo porque la acompañè durante el tiempo de la cirugìa, no habìa estado en el albergue desde la mañana y ya me estaba procupando.
El 5to. piso, es el piso de cirugìa y de Terapia Intensiva. Preguntè por la nena y la mamà ... "la niña acaba de fallecer, y la madre està en esta salita ... pase Sra. ...".Dios mìo ....!!! Què decirle a una mamà en ese momento: NADA. Sòlo abrazarla y llorar con ella.
Vino un mèdico a ver si nos podìa ayudar en algo y le preguntè si podìa ver a la nena. El mèdico preguntò què era yo de la niña: "su abuelita", dijo Carmencita en un hilo de voz ... Y allà fuimos las dos a ver a su niña. La acompañè un buen rato, le prometì que la llamarìa (y por Dios que lo harè) ... quedò con uno de sus hermanos que recièn habìa llegado a ayudarla con los tràmites del "obituario".
Salì de ahì, me sonè los mocos, me sequè las làgrimas, me pintè una enorme sonrisa en la cara y volvì al cuarto de papà, celebrando la Vida que nos permite seguir juntos y felices, contando los dìas que faltan para el 14 de diciembre y poder partir a ver a todos.
Dios es grande e, insisto, nos tiene en la palma de Su Mano.

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