martes, 27 de octubre de 2009

El idilio de los volcanes

Todos los mexicanos los conocen. Estàn uno junto al otro. Desde mi casa vemos al Popo (asì lo llaman todos, de "cariño"). Hay una linda leyenda en torno a ellos. A los pies del Popo (El), la "mujer dormida" duerme su sueño infinito. A nosotros nos despiertan algo muy especial ... una cosa como màgica.
Estando papà en el hospital, un grupo de voluntarias ofrecìan entretenimientos y libros a los pacientes. Pasaron estando yo ahì, y elegì quedarme con un libro de poemas mexicanos publicados hace màs de 45 años. Valiò la pena. De ahì saquè este relato poètico del "idilio" de El y Ella:

El Ixtacìhuatl traza la figura yacente
de una mujer dormida bajo el sol.
El Popocateptl flamea en los siglos
como una apocalìptica visiòn;
y esdos dos volcanes solemnes
tienen una historia de amor,
digna de ser cantada en las compilaciones
de una extraordinaria canciòn

Ixtacìhuatl -hace ya miles de años-
fuè la princesa màs parecida a una flor,
que en la tribu de los viejos caciques
del màs gentil capitàn se enamorò.
El padre augustamente abriò los labios
y dìjole al capitàn seductor
que si tornaba un dìa con la cabeza
del cacique enemigo clavada en su lanzòn,
encontrarìa preparados, a un tiempo mismo,
el festìn de su triunfo y el lecho de su amor.

Y Popocatèpetl fuese a la guerra
con esta esperanza en el corazòn.
Domò las rebeldìas de las selvas obstinadas,
el motìn de los riscos contra su paso vencedor,
la osadìa despeñada de los torrentes,
la acechanza de los pantanos en traiciòn;
y contra cientos de cientos de soldados,
por años de años gallardamente combatiò.

Al fin tornò a la tribu, y la cabeza
del cacique enemigo sangraba en su lanzòn.
Hallò el festìn del triunfo preparado,
pero no asì el lecho de su amor;
en vez del lecho encontrò el tùmulo
en que su novia, dormida bajo el sol,
esperaba en su frente el beso pòsumo
de la boca que nunca en su vida la besò.

Y Popocateptl quebrò en sus rodillas
el haz de flechas, y, en una sola voz,
conjurò las sombras de sus antepasados
contra las crueldades de su imposble Dios.
Era la vida suya, muy suya,
porque contra la muerte la ganò:
tenìa el triunfo, la riqueza, el poderìo
pero no tenìa el amor ...

Entonces hizo que veinte mil esclavos
alzaran un gran tùmulo ante el sol:
amontonò diez cumbres
en una escalinata como alucinaciòn;
tomò en sus brazos a la mujer amada,
y èl mismo sobre el tùmulo la colocò;
luego, encendiò una antorcha, y, para siempre
quedòse en pie alumbrando el sarcòfago de su amor.

Duerme en paz, Ixtacìhuatl: nunca los tiempos
borraràn los perfiles de tu casta expresiòn.
Vela en paz, Popocatèptl: nunca los huracanes
apagaràn tu antorcha, eterna como el amor.

(Josè Santos Chocano)

1 comentario:

  1. abu, que hermoso poema! y graacias por lo que me escribiste. te amo demasiiiadoo, bueno, a los dos obviamente, y los extaño tantisimo.

    te cuento que podes poner la opcion para que cualquiera comente, xq creo que deben haber muchas personas ansiosas x hacerlo al leer las cosas hermosas que escribis!
    los amo
    clochi

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