viernes, 13 de noviembre de 2009

La vida: convivencia de lo opuesto

Son las 3:00 de la tarde en Mêxico, el invierno se insinùa. A esta hora, una leve brisa fresca entra tìmida por la puerta como pidiendo permiso para poder entrar. La dejo ... me encanta la caricia del frìo ... me recuerda las tardes de otoño del sur.
En este momento recuerdo lo que no hace muchos dìas comentaba Cloè en su blog con respecto a "la tragedia y la comedia".
El recuerdo lo provoca, porque mientras estoy escribiendo estas letras, escucho la respiraciòn acompasada de Oscar descansando ... tranquilo ... relajado ... saludable.
Hace poco màs de dos meses, comenzaba la "tragedia", que se me hacìa interminable y definitiva. Hoy, en lugar de recordar aquello, vivo la "comedia" de verlo bien.
Lo de tragedia, en el sentido que Cloè le daba, lo mismo lo de comedia. Al fin ella querìa hablar de la tristeza y la felicidad.
Y de eso es de lo que estoy hablando hoy. Y es cierto lo que ella decìa: "si uno no vive la tristeza, no puede reconocer la felicidad".
Hay un dicho que dice "nadie disfruta tanto de la paz, como quien ha vivido la guerra".
Doy fe. El sonido de esa respiraciòn de un Oscar repuesto y sano, me sabe a paz y felicidad.
Esta mañana, ya olvidados los dìas de hospital, comentàbamos que, pasando el dìa de hoy, sòlo quedan 30 para estar volando a Argentina. Y, como dice Cloè tambièn, se nos "riscaldaba" el corazòn de sòlo imaginar lo que vamos a disfrutar de eso.
Es la vida, que alguien definiò como "la convivencia de lo opuesto": lo dulce y lo amargo ... lo verde y lo maduro ... el frìo y el calor ... la guerra y la paz.
Una vez, una mujer mexicana me preguntò què era para mì la felicidad. Y le dije que era un rosario con interminables cuentas de pequeños momentos vividos. Este es uno de ellos.
Yo guardo ese "rosario" en una cajita dorada, dentro de mi, en ese lugar que todos tenemos que està entre el alma y el corazòn. Muchas veces, he ido a buscarlo y lo he sacado un ratito, lo he deslizado por mis dedos muy despacio y he vuelto a vivir esos momentos. Siento que son el extracto que tengo siempre a mano, para preparar un tecito "calientito" y sorberlo de a poquito.
Habiendo superado los 60 años, y habiendo vivido lo poco de "tragedia" que ha tenido mi vida, puedo espejarme en una prosa de Jesùs Quinteros que dice:

"Hemos nacido para volar y tenemos la obligaciòn de remontar una y otra vez el vuelo. Te lo digo yo, que me he derrumbado y estrellado muchas veces.
Y sin embargo, insisto. Cuando sientas que te derrumbas, que caes vertiginosamente entre astillas y huesos, entre llantos de arena y aguaceros de vidrio, da un par de aletazos y arriba."

Y es totalmente cierto. Como Jesùs Quinteros, màs de una vez he tenido que dar un par de aletazos, y saben què ...? FUNCIONA ........!!!!!!!!!!!!!

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